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  • Foto del escritorLucio Gutierrez

La empatía y el sabor del tiempo

Si creemos que existe algo así como una capacidad para relacionarnos afectivamente con las personas a nuestro alrededor, se necesitan muchas cosas. Hay una que hoy en día escasea: el sabor del tiempo. Me refiero a la vivencia que se da en el ocio reposado, en la abundancia para hacer, en la contemplación y en las relaciones calmas. La tarde larga en oposición al cronómetro.



Cada vez más parece un lujo privativo el poder caminar a paso de humano. Los teóricos le llaman la era del vacío, del narcisismo, de la instantaneidad, del ‘consumidorismo’ (consumidores del acto de consumir). Sabemos del apuro porque a la calma la experimentamos como un derroche, un malgasto, una ofensa a la productividad y la eficiencia. Decimos: “quizás algo falta, algo más, ahora…”. Tan lejos estamos, que la imagen de alguien caminando lento pasa a ser slogan de fondos de pensiones, de hogar de ancianos premium o de parque-cementerio.


El punto que deseo transmitir es que los tiempos que marcan los aspectos clave de la vida emocional no pueden apurarse. Así como un bebé requiere de un mínimo de semanas para su plena gestación, necesitamos también cierta abundancia de tiempo para que se de la empatía. Conocer al otro de este modo, en sus matices, en su impacto para nuestra propia vivencia emocional, requiere tiempo. No puede optimizarse, seccionarse o tecnificarse. Se arruina si lo intentamos controlar.


Sin tiempos para la empatía tenemos a personas con pensamientos inteligentes y relaciones estratégicas con los demás. Esto puede ser valioso para una organización pero es una catástrofe en términos de las relaciones humanas íntimas. Discrepo allí con los que defienden que la mirada de la eficiencia corre para los vínculos significativos. Me parece un contrasentido tratar de ‘invertir’ en tiempo para conectarse con la pareja, hijos y familia, como si fuesen una tarea más. Desde el momento en que el tiempo es cosificado como un bien de consumo, el potencial para la empatía se pasma. Este es un modo muy concreto en que las personas, a sabiendas o no, pueden terminar destruyendo el mundo emocional y las relaciones que han intentado construir en su propio hogar.


Desde otro ángulo, darse tiempo abundante para las relaciones íntimas puede hacer que aspectos de su vida emocional comiencen a hacerse presentes y a perturbar su día a día. Pueden surgir en Ud. preguntas que en el apuro cotidiano no se hace (y hasta podríamos pensar que corremos muchas veces para no hacernos esas preguntas). No estoy hablando aquí de ninguna técnica sofisticada de ‘conciencia plena’ -otro modo de cosificar- sino de simplemente darse tiempo. Tiempo sin objetivos, con otro, con Ud.


Columna para Mirada Diaria

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